El titulo de esta entrada es tan audaz como complejo. No todos los días uno se levanta con la idea de querer transferir nuestra mente a una computadora. Sobre todo porque nada nos orienta de manera practica a realizarlo. Algunos dirán que el mejor acicate que nos motive a pensar acerca de esto sea la idea de la inmortalidad, o simplemente, para tratar de saber como lograrlo. Pero como estamos hechos de preguntas, ninguna pregunta o conjetura será irrelevante.
Cuando nuestro nivel de entropía se incrementa con el tiempo los diferentes tejidos de los que estamos hecho van envejeciendo. Todo ellos disminuyen su efectividad y con el tiempo cada vez les cuesta más trabajo asimilar la energía del entorno. Empezamos a envejecer desde dentro hacia afuera, la célula disminuye su actividad, su eficiencia se ve drásticamente comprometida y los errores de trasncripción y replicación del ADN son más frecuentes. La incapacidad que va teniendo la célula para producir ATP, y de liberarse de la excesiva oxidación al final no resulta eficaz y van muriendo. Bueno, y ustedes se preguntán: ¿què tiene que ver esto con mi mente, con mi cerebro?
Las redes culturales alimentan nuestro mundo, contruyen y corrigen interrelaciones neuronales.